UN PEDAZO DEL ALENTEJO.“Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás”



Jueves 17 de marzo.
Con muchas ganas pero también cargada de inquietud por el estado de salud de mi padre, partimos en una decisión de última hora hacia el Alentejo portugués. Pero a diferencia de la primera vez que anduvimos por alli y haciendo una especie de mezcla con nuestro primer viaje a Lisboa con los chicos cuando entonces eran unos niños y a bordo de nuestra añorada california, decidí dedicar unos días a visitas culturales: Elvas, Vilaviciosa, volver a Evora a la ciudad y a la zona de los monumentos megalíticos, para después caer a la playa, a la búsqueda de la paz y serenidad que desde hace tiempo no encuentro.

Sólo llevaba grandes trazos del viaje ya que había dedicado mis esfuerzos a preparar la continuación del que en la Semana Santa de 2015 dejamos en Arenal de Moris, Asturias. Así, para este año tenía previsto continuar recorriendo la costa Asturiana hacia el Oeste. Pero el mismo día de nuestra partida las previsiones meteorológicas eran muy malas. De los 6 días que íbamos a estar fuera, 4 e incluso 5 iban a llover y algunos  de ellos, con importantes cantidades de agua, así que tomé la decisión del cambio de destino  a última hora y aunque solo tenía  grandes pinceladas, partimos rumbo Suroeste.  

Y tarde, porque al navegador le dio por no encontrar los satélites y después de más de media hora seguía buscándolos. Cuando desesperanzada llamé a servicio técnico de BQ, la tablet asustada, los encontró. Así que salimos pasadas las 17 horas para dar por concluido nuestro recorrido del día alrededor de las 20 horas, ya noche cerrada y a 12 km de Mérida, en una tranquila calle de una pequeña población.

Viernes, 18 de marzo
El día amanece nublado aunque con buena temperatura. Nos disponemos a partir hacia nuestro primer destino de hoy, Elvas a donde llegamos alrededor de las 9,30 y aunque pasamos a los pies de la fortaleza de Santa Lucia, pensé  que por la  hora podría estar cerrada, así que dirigí nuestras “ruedas” hacia las coordenadas que tenía  anotadas del acueducto de Amoreira. 

Pero, las había tomado mal, así que cuando nos encontramos en medio de la nada, decidí que nos guiara el tomtom hacia un “punto de interés turístico” dejándonos a los pies de esta impresionante obra del siglo XV y XVII de 7,5 km de longitud y 40 metros de altura, en uso actualmente. (38º52’42.46”N; 7º10’18,94”O).  Leo que tardaron un siglo en construirlo y que sus inmensos contrafuertes cilíndricos forman más de 800 arcos a distintos niveles. Pasamos bajo sus arcos y disfrutamos de la vista de esta  espectacular obra de ingeniería que se extiende a nuestra derecha e izquierda hasta donde nuestros ojos llegan. Hay junto a él un enorme aparcamiento donde la pernocta está permitida. .

Ahora nos dirigimos a la fortaleza de Santa Lucía. Y una vez más he anotado mal las coordenados por lo que esta vez nos dejamos guiar por las señales que nos conducen hasta un pequeño aparcamiento al pie de la muralla de esta fortaleza con una curiosa forma estrellada apreciable solo desde el aire.(38º52’25.00” N; 7º09’31.61” O)

Accedemos a este fuerte del siglo XIII y vamos atravesando sucesivas puertas hasta llegar a una pequeña caseta en el foso donde nos informan de  la gratuidad de la visita,  aunque si queremos visitar los museos hemos de pagar, así como si queremos un guía. Decidimos ir un poco a nuestro aire comenzando por  las letrinas que ahora parecen que están pintando aunque no vemos trabajando a nadie. Estamos casi solos y vamos rodeando esta impresionante fortaleza desde donde se contemplan unas vistas espectaculares: por un lado, hacia el Este, una gran llanura tapizada de verde que se extiende hasta donde nuestra vista alcanza. Y hacia el Norte la ciudad de Elvas fortificada también, con su castillo y otra fortaleza que distinguimos  a lo lejos. Hacia el Oeste se vislumbra el acueducto de Amoreira.

El fuerte fue inicialmente dotado con una guarnición de 300 hombres, 37 piezas de artillería y 2 morteros pedreros. Su magnífico diseño quedó patente al resistir 3 meses en  1658 el riguroso asedio al que sometió a Elvas el ejército español formado por 14.000 infantes y 5.000 caballos que terminó con la victoria portuguesa .

Aún tuvo el fuerte ocasión de mostrar su poder durante la Guerra de las Naranjas, así como durante las guerras napoleónicas cuando, tras pasar por manos españolas y francesas, fue finalmente guarnecido por las tropas de Wellington, el cual llevó a cabo algunas reformas en previsión de posibles contrataques franceses, los cuales nunca se llevaron a cabo, perdiendo desde ese momento el fuerte su utilidad militar.

Tiene forma estrellada y un foso inicial de unos 14 metros de ancho. Se accede mediante un puente levadizo que se encuentra aislado por otro foso de unos 5 metros de ancho .La parte orientada hacia Elvas está construida de forma más débil que el resto, a fin de hacerla vulnerable a los disparos de la artillería que partiesen desde la ciudad en caso de que el fuerte cayese en manos enemigas. Igualmente en la muralla norte nos encontramos con hileras de pequeños pozos muy juntos unos a otros con el fin de impedir adosar escalas, ya que es la zona más vulnerable de la fortificación.

En nuestro paseo vamos acortando el diámetro del círculo, que invisible, nos han trazado. Atrás dejamos la capilla que cuenta con un sótano utilizado como sacristía y posiblemente, también como refugio para heridos, criados y personal civil en caso de bombardeo. Aquí también se encuentran los calabozos.   Y es aquí donde topamos con el  que parece ser el único operario, repantingado en una silla escuchando fados.

Finalizamos en lo que parece ser el centro de nuestro círculo en la parte más alta, en lo que en su día fue la  casa del Gobernador  cuyo tamaño es minúsculo comparado con las dimensiones de la fortaleza. Ahora su interior parece convertido en un sencillo bar que debe funcionar en otros periodos mas “amables”.   Dispone de dos aljibes para suministrar agua.

Y descendemos para terminar donde hemos comenzado  en el pequeño foso junto a la oficina, donde se abre un túnel laberíntico que parecía  unir esta fortaleza con la ciudad y que apenas ha sido explorados. Servía tanto como vía de escape como para recibir suministros, municiones y tropas.

En la oficina nos dan un mapa de la ciudad y nos aconsejan aparcar en unos estacionamientos dentro de las murallas, pero encontramos sitio fuera y como nos pareció más fácil allí la dejamos. Y mejor, porque una vez allí vemos que la entrada resultaba un poco claustrofóbica.

Decidimos atravesar la ciudad por lo que parecía su arteria central deteniéndonos antes en una pequeña  tienda a comprar unos cuchillos. Pero además cayeron más cosas.. Subimos por esta calle hasta llegar a la luminosa y abierta plaza de la República, donde además encontramos la antigua catedral. 

Desde aquí y por la derecha, llegamos  a la iglesia de Nuestra Sra. de la Consolación del siglo XVI.  Su interior está completamente revestido de azulejos  policromados del XVII y el centro está dominado por una cúpula apoyada en ocho columnas pintadas. Frente a esta iglesia, una  pintoresca plazoleta rodeada de casas y una puerta árabe flanqueada por dos torres y coronada por una galería. En el centro  la picota, del XVI. 

Continuamos subiendo hasta llegar al castillo y mientras lo hacemos contemplamos a nuestra izquierda la lejana fortaleza de Ntra. Sra. De Gracia.




El castillo fue construido por los árabes y reforzado  en  los siglos XIV y XVI. Accedemos a un patio cuadrado y desde aquí y tras abonar 2 euros por cada uno, subimos a sus murallas  que vamos bordeando para ascender  a la  torre del homenaje mientras disfrutamos de unas hermosas vistas. Pero es lo único que tiene, unas hermosas vistas.

Una vez fuera, comenzamos a descender por típicas calles llenas de sabor, descubriendo algunos rincones encantadores hasta  llegar al cementerio de los ingleses,  un pequeño jardín con placas conmemorativas de la batalla de Albuera, una de las más sangrientas de la guerra de la Independencia.  Sumando los sitios de Badajoz y esta batalla, los ejércitos aliados de Inglaterra, Portugal, España y Alemania perdieron 11,000 soldados. Es también un estupendo mirador. En el centro se encuentran  cinco  lápidas de cinco, cuatro de militares y una de una mujer.

De aquí vamos descendiendo por tortuosas calles hasta la iglesia de San Pedro, que encontramos cerrada, y luego hasta el  Convento de Santo Domingo, junto a las murallas, y que lamentablemente (había leído que bien merece una vista) también encontramos cerrado. Aun teníamos una hora de espera para su apertura, así que decidimos regresar a la autocaravana.  Eran las 13 horas portuguesas, 14,00 española y estábamos ya cansados  de deambular por estas laberínticas callejuelas.
"vivir en los corazones que dejamos atrás no es morir"
En memoria de los 6o.ooo oficiales y hombres de la armada británica
 y portuguesa que murieron junto a sus aliados españoles por la libertad
y la independencia en la guerra peninsular de 1808 a 1814

Antes de continuar nuestro camino hacia el Oeste, hicimos una breve parada en el Lidl para comprar pan y pusimos rumbo a Vilavicoça  eligiendo carreteras secundarias que aunque son mas lentas que las autovías, suelen ser las más hermosas, como así comprobamos en nuestro caso. El agua caida en los últimos días había pintado de distintos tonos verdes un campo cuajado de flores que salpicaban con blancos, amarillos, lilas, rosados esta “monotonía verdosa”. Las encinas y alcornoques ponían tambien su punto de belleza mediterranea en este bosque hermoso donde vemos pastar distintas razas de vacas.

Tras muchos kilómetros en los  que no encontramos población alguna, llegamos a una a cuya entrada había y estupendo campo de futbol con un aparcamiento. Allí comimos y descansamos un poco para continuar  nuestro destino de hoy hasta Vilavicosa, famosa por sus ricas canteras de mármol, el oro blanco, aunque lo que nos ha traído aquí es su historia, ligada a la Casa Ducal de Braganza que, en el siglo XVII, pasó a ser la Casa Real de Portugal.

Y al llegar aquí nos dejamos guiar por las señales que nos dirigen al castillo. Una carretera nos dirige hacia arriba, al recinto amurallado y otra continua hacia una aparcamiento de  “autocarros” (autocares). Dudamos de que pudiéramos entrar por el arco así que nos dirigimos al aparcamiento  y junto a sus murallas encontramos un sitio, pequeño,  plano y muy tranquilo (38º46.933N; 7º24.959O). Había una autocaravana francesa así que aparcamos y entramos al recinto amurallado. Ninguna señall avisaba, pero de haber entrado con la autocaravana nos habríamos quedado atrapados ya que el interior de este castillo esté lleno de pequeñas viviendas, muchas abandonadas y en estado ruinoso. Continuamos subiendo por una estrecha calle hasta llegar a iglesia de Ntra. Sra. de la Concepcion  a la que accedimos sin encontrar nada significativo para después buscar el Palacio Ducal.

En nuestro camino dejamos atrás la casa dos arcos o palacio Matos Azambuja del siglo XVI y construida por una familia noble de la corte relacionada con la casa de Braga. Sobre su portada principal se eleva una galería de cuatro arcos. Junto a esta casa está tambien el abrevadero, construido de mármol blanco y que tenía un uso público además de dar agua a los jardines del palacio.

La lluvia arrecia. Durante todo el día había estado presente, aunque de forma intermitente y no muy densa, pero ahora se convirte en una persistente cortina de agua. Llegamos a una espaciosa  y elegante plaza a donde se asoma la fachada principal del Palacio Ducal. Es la plaza de Terreiro do Paco, una de las más bellas de Portugal, espaciosa, amplia y ventilada con cerca de 16.000 metros cuadrados.

 Yo me dirijo a su derecha para descubrir la puerta de los Nudos. Es uno de los restos de la muralla del siglo XVI. El arco de piedra de la puerta, está formado a base de nudos, motivo característico del estilo manuelino y origen del nombre del monumento. Esta puerta da acceso a lo que en su día fueron las casas de la servidumbre, los establos, las cuadras y cocheras así como a otros talleres necesarios relacionados con el palacio.  El Duque de Braganza,  primer noble del reino, trató de asociar su divisa, “Después de vos (el Rey), nosotros (el Duque de Braganza)”, a una puerta de piedra que hiciera recordar, a las generaciones posteriores, la futura Casa Real de Braganza en Portugal. Esta es la razón de los nudos en la decoración de esta puerta. . En la lengua portuguesa la palabra tiene doble significado: Nosotros y Nudos.

Fuimos palacio con la intención de visitarlo pero cuando pregunto nos dicen que ya está cerrado, que la última visita ha entrado a la 16 horas y ya pasan 30 minutos. Tampoco nos permiten unirnos al grupo así que  aunque es muy pronto, consideramos que su visita puede merecer la pena  y decidimos esperar hasta las 9,30 de mañana.

Nos acercamos antes a la cercana pousada que antes fue el convento de las Sagas   siguiendo la recomendación que nos han hecho en el palacio,  pedimos visitarlo a lo cual acceden sin ningún problema. Y la visita merece la pena. Elegantes salones y estancias que antiguamente fueron dependencias monacales, son ahora salas de juego, reuniones o restaurante.

Bajo una densa y persistente lluvia regresamos a la autocaravana a esperar la noche. A mi me duele un poco la garganta y siento un algo de malestar. No sé si es que estoy cansada o, peor, incubo un trancazo.


Sábado 19 de marzo
La noche anterior me desvelé. Raul había salido de Madrid rumbo a Valencia a las 19 horas y a las 23,30 no sabía nada de él. Poco después de la media noche decido llamarle. Me dice que va todo bien y que todavía les queda un buen tramo.  Media hora después me duermo y entre sueños oigo el sonido del whatsup. Pero el sueño ha conseguido vencerme así que sigo durmiendo hasta mi “hora bruja”, las 6, en la que me suelo despertar. Miro el teléfono, confirmo que es un mensaje en viado a las 1,20 diciendo que han llegado. ¡¡¡¡Han tardado casi 7 horas en llegar a valencia!!!.Chicos prudentes.

Y continúo mi sueño hasta las 8 y un poco después decido coger el libro y ponerme con él. Hasta las 9,30 (10,30 hora española) no abren el palacio así que hay tiempo. Con tranquilidad desayunamos y luego sacamos a  nuestra amiga peluda  a dar un paseo aprovechando para acercarnos hasta la bonita picota que vimos al entrar. Leo que es una de las más bellas, elegantes y pintorescas del país y sin duda del Alentejo. Parece ser que fue reconstruida casi en su totalidad en 1940.

Dejamos a Tula y cinco minutos antes de las 9,30 estamos a la puerta. Nos dicen que hemos de esperar aún 20 minutos por si viene alguien más ya que si no se quedan sin guias. Como no viene nadie iniciamos la visita, completamente privada aunque arriba, unos 10 minutos después se nos une otra pareja española de padre e hijo y luego otra extranjera.  El guía habla solo portugués, pero le entendemos perfectamente.

Antigua residencia de los Duques de Braganza desde el comienzo del siglo XVI, su construcción se completó en el siglo XVIII. La fachada principal  de más de 100 metros de longitud  y de estilo manierista, está revestida con mármoles de la región y está inspirada en la arquitectura renacentista italiana con tres plantas, cada una de ellas correspondiente, desde la planta baja hasta el último piso,  a uno de los órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio.

Sala de los Duques (imagen Internet)
Son visitables 50 habitaciones que albergan valiosas colecciones de obras de arte y de especies raras bibliográficas que habían sido del rey Manuel II, el último monarca reinante de Portugal así como colecciones de  pinturas y escultura, techos artesonados, joyas, tapices flamencos y franceses,  frescos en las paredes y techos, muebles de estilo,   cerámica, una impresionante colección de vajillas, etc. Destaca la Sala de los Duques, la estancia de mayor riqueza artística donde en su techo encontramos los retratos de la mayoría de los Duques y reyes de Braganza (los que no cupieron aquí se continuaron con cuadros que se encuentra en otra sala que se visita antes) . Vamos pasando de estancia en estancia, cada una con su nombre correspondiente, para terminar en las  habitaciones privadas que forman la parte más antigua de este palacio. Me llama la atención la seda que decora los techos de la habitación de la Duquesa. Una de las últimas estancias es la Capilla, llamada tambien sala del Auditorium y es que aquí se podía asistir a misa y también escuchar música.
Cocina del Palacio. (imagen de Internet)

Como anécdota decir que capta nuestra atención unos curiosos  y grandes recipientes de porcelana  redondos que hay en varias estancias y que al parecer son peceras y donde nos cuentan que vivían mejor los peces que en las actuales transparentes. Pero fue la colección de utensilios, cacerolas y cazos de cobre de la cocina con la que terminamos la visita lo que me sorprendió más, quizás por inusual en cuanto a la cantidad de piezas en perfecto orden y estado de conservación.

El establecimiento de la República en 1910 llevó al cierre del Palacio Ducal de Vila Viçosa por la voluntad expresada en su testamento por el rey Manuel II,  abriendo sus puertas en los años 40 del siglo XX, después de la creación de la Fundación Casa de Bragança.

Luego decidimos visitar también el museo de carruajes que contiene coches desde los siglos XVII al XIX. Es una de las mejores y más variadas de Europa y está instalada en las antiguas caballerizas o cuadras del palacio. Así vamos pasando de cuadra a cuadra. Lujosos pesebres de mármol e incluso en una caballeriza hay dos chimeneas. Angel dice que esta visita es prescindible. Quizás resulte algo tediosa, ya que nuestro guía es “accidental” –sustituye a una persona enferma- y se limita a abrir y cerrar, pero es curiosa y creo que merece una visita aunque sea breve.


Ahora ponemos rumbo a Monsaraz. Aparcamos fuera de las murallas (38º 50.315N;7º 35.313) en una urbanización de chalecitos adosados a 200 metros de la puerta de entrada que traspasamos para seguir las señales que nos conducen al centro, pero tras subir unas escaleras que parecen llevar al aparcamiento del mercado damos con una enorme plaza donde se celebra un mercadillo. Es la plaza del Rossio, del siglo XVII.

Aquí se mezclan puestos diversos, desde antigüedades a  ropa, todo tipo de accesorios, fruta, hasta gente que vende productos propios, como chorizos, quesos y bollos, y por supuesto que compré. No puedo resistirme a estos lugares. Unos curiosos quesos pequeñitos a 1 o 1,50 euros unidad con lo que puedes llevarte varios distintos y probarlos. También chorizo casero, a mi juicio, caro, así como unos dulces que parecían estar hechos por la misma señora  que los vendía y en su misma casa. Dudoso control sanitario, pero prefiero no pensar.

Después de preguntar por el “largo de D. Dinis”  nos dirigimos a la zona amurallada y más antigua de la ciudad que está encaramada en la parte más alta de la colina.  Atrás dejamos la plaza de Luis  Camoes con una bonita picota  del siglo XVI colocada aquí después de ser rescatada del olvido,  para ascender  hasta  llegar a la muralla.

Tras atravesarla por una de sus puertas y seguir subiendo por una estrecha callejuela flanqueada por pequeñas casas con dinteles todos de mármol  llegamos a una amplia y luminosa plaza, largo de D. Dinis, la parte monumental de esta ciudad, donde se yergue elegante y sobria una torre del homenaje, la Tres Coronas, completamente de mármol de forma pentagonal levantada en el siglo XIII. Su color claro contrasta con el cielo gris. 

Es la posada de la reina Isabel. Es un conjunto muy hermoso. Una plaza en lo más alto de un promontorio abierta a unas preciosas vistas,  el Palacio del Concejo o Palacio D. Dinis, también de mármol blanco  con una torre y  hermosa galería porticada, la iglesia de Santa  Maria, una pequeña ermita y la  estatua de la reina Isabel de Portugal, además de pequeñas y sencillas casas.

Aquí arriba sopla un aire frio que siento más ahora. No me he levantado bien y ya en el desayuno me he tenido que “chutar” un frenadol. Han pasado ya más de cuatro horas y su efecto se ha pasado. Me noto cansada y embotada. 

Descendemos por donde hemos subido y deshacemos el camino hecho para llegar y me derrumbo en la cama  cayendo en un sueño ligero y reparador que dura tan solo unos minutos. Me despierta la llamada de nuestro hijo Raul que dice estar bien y felicita  a su padre.

Decidimos proseguir camino hacia Evora.

Allí hay dos monumentos que hay que ver con horario concreto: la capilla de los huesos y la catedral. Esta vez tomamos la autopista y por unos 30 km o menos nos cobran 4,80 euros. Llegamos a un amplio aparcamiento en un descampado muy próximo al centro en el que hay más de media docena de autocaravanas así que decidimos aparcar allí (38º33’58.57”N; 7º54’24.67”O). Tomamos una calle ascendente, la Rua de la República, y  a nuestra izquierda encontramos la iglesia de San Francisco donde está la capilla de los huesos.


Hace ya 15 años que estuvimos  por aquí con los chicos, pero no visitamos este curioso lugar. Tenía  ganas de compararla con otra similar, la de Kostniche en Kutna Hora  en la República Checa.


Su interior está  lleno de huesos y cráneos apilados en las paredes y en las columnas. Los muros se encuentran literalmente “tapizados” de huesos y cráneos. Pero ya está. Recuerdo que la de Chequia era una “obra de arte” ya que con esta “materia prima” habían hecho lámparas, escudos y otros ornamentos.   Comparado con aquella, esta parecía un simple cúmulo de huesos más o menos ordenados. Un poco decepcionante, quizás porque conocemos la otra.

Después decidimos subir a la plaza de Giraldo y de aquí  un poco más arriba, giramos a nuestra derecha para ir a la Seo encontrándonos con el templo romano de Diana. Y aquí sí que  recuerdo haber estado. Angel dice que pasamos con nuestra california y paramos a hacernos unas fotografias. Yo no recuerdo esto último y eso que era 15 años más joven.

Callejeando dimos con la parte trasera de la catedral que bordeamos hasta su entrada principal. Cerrada ya por hoy, así que por un laberinto de callejuelas unas con más encanto que otras, descendimos hasta desembocar en la Rua de la República por donde habíamos subido y de aquí al aparcamiento.

Necesitábamos agua, así que pusimos rumbo al área de servicio del supermercado Intermarché  (38.55209; -7.91166) que encontramos sin problemas pero a las afueras de la ciudad en un polígono comercial y si en un principio pensamos ducharnos, cargar agua y buscar otro sitio ya que esté estaba apartado de la ciudad, al final decidimos quedarnos junto a otras autocaravanas. Estábamos cansados y yo, además llena de bichitos, mocos y con un trancazo muy “cabezón”. Nos duchamos, pedimos la llave del agua en el Kiabi, cargamos y Angel hizo una pequeña incursión en el supermercado del que vino con cervezas.  Después de cenar, nos fuimos a la cama para mañana a primera hora, visitar la catedral y continuar nuestro camino rumbo a Oeste.

Domingo 20 de marzo
Noche tranquila. He dormido de un tirón hasta las 6 pero he vuelto a retomar el sueño hasta las 7,30. Un poco después de las 8 nos hemos levantado y  desayunado. Mientras lo hacíamos ha venido una especie de “bala humana” galopando a pelo a lomos de una yegua, cuyo color blanco…era solo parecido. La ha llevado a que la montara un bonito macho que pastaba a escasos metros. Eso es montar y lo nuestro….aproximaciones. Luego, después de pedirme dinero, ha vuelto a montar y con un ramal se ha hecho con una facilidad asombrosa unos estribos y se ha ido de nuevo a galope tendido. Perpleja me he quedado.

De nuevo rumbo al mismo aparcamiento de ayer, pero tenía mal anotadas las coordenadas. Mira que estoy “espesa” en este viaje.   Nos queda la catedral

Hemos ascendido por la misma calle de ayer y en 10 o 15 minutos  estábamos ya a sus puertas cuando sonaban ya las campanadas de las 9, hora de su apertura. Su sobria fachada de granito está flanqueada por dos robustas torres coronadas por flechas góticas. El interior es grande, luminoso. Es la mayor catedral medieval portuguesa.  Fue construida a finales del siglo XIII e inicios del XIV en estilo gótico de transición y contiene algunos elementos románicos, aunque sufrió  modificaciones posteriores.  El interior consta de tres grandes naves y la central tiene un espléndido altar en talla barroca. Destaca también el púlpito así como un órgano renacentista  

Luego hemos subido al campanario y  aunque teníamos nuestras dudas, sobre todo yo que tengo un buen trancazo, realmente merece la pena. Podemos contemplar de cerca el magnífico cimborrio además de disfrutar de unas espléndidas vistas en un día donde luce un sol brillante  y el aire es limpio debido a la lluvia nocturna. Además sumamos otro atractivo adicional: estamos completamente solos.

Por último visitamos el claustro, robusto, de estilo gótico construido en el siglo XIV. Cada esquina está decorada con una estatua de un evangelista y es engrandecido por la capilla funeraria de su obispo fundador con su tumba. El luminoso, elegante, majestuoso…Desde el se disfruta de unas magníficas vistas del campanario.
Y de aquí hemos bajado de nuevo por las calles por donde subimos y nos hemos dirigido al acueducto de la ciudad que nos ha defraudado. Muy soso, aunque hay que verlo.

Dejamos atrás esta ciudad para poner rumbo al cromlech de los almendros, pero cuando le pongo al navegador las coordenadas me dice que el sitio es imposible así que nos hemos dirigido en primer lugar a la localidad de Nuestra Señora de  Guadalupe y desde aquí aparecen ya las señales que nos dirigen a este lugar. Pero….la carretera se convierta en una pista de tierra, ancha pero con agujeros y no deja de preocuparme la lluvia que durante la noche ha caído y habrá ablandado el terreno.

Pero con cuidado y tras unos  4 o 5 kilómetros dejamos atrás el menhir del Almendre junto a la misma pista y después de un kilómetro más alcanzamos nuestro destino. Un pequeño aparcamiento para no más de una docena de vehículos. Y nos sorprende que encontramos gente.

A final de una senda de unos 200 metros encontramos el cromlech.

Hay casi  un centenar de piedras, 95 en concreto,  de no más de metro y medio de altura  formando dos grandes anillos de piedras uno hacia el este, y otro oval de mayor tamaño hacia el oeste. El anillo inferior oriental contiene las piedras de mayor antigüedad y su construcción se remonta al Neolítico inicial (6.000aC). El anillo oval de mayor tamaño fue construido durante el Neolítico medio (aproximadamente en 5.000aC).
Fueron parte de un lugar ceremonial dedicado a una religión celeste relacionada con el sol y la luna así como con los solsticios. En la tercera etapa de uso, en torno al 3.000aC, muchas de las piedras se cambiaron de sitio para alinearlas con el sol, la luna y las estrellas. Muchas de ellas exhiben antiguos diseños y diagramas cuyo significado se desconoce, lo cual no hace sino añadir más misterio al lugar.  Resulta interesante que todas las formaciones de los anillos estén alineadas con el mayor de los menhires de granito. Es el mejor ejemplo de las estructuras neolíticas de la Península Ibérica.

La entrada es libre y gratuita y al no estar  vallada  permite que podamos pasear libremente entre las piedras. Es un sitio misterioso y muy espectacular por el número de monolitos que parecen emerger de la tierra como si hubieran sido sembrados.   Hay bastante gente, suponemos que el ser domingo ayuda a ello.

Regresamos e intentamos salir, y digo intentamos, porque un portugués descerebrado había  puesto su coche sin pensar en que los demás hemos de salir con cierta comodidad, salvando un desnivel. Justo ha dejado su vehículo donde este desnivel era inferior. Nos  preocupa dar con los bajos de la autocaravana, pero después de jurar en hebreo  y salir con muchísimo cuidado, pusimos rumbo ahora al menhir que habíamos dejado atrás . 

Regresamos 1 kilómetro y dejamos la autocaravana en un pequeño aparcamiento para no más de media docena de turismos y que está junto a la pista. Una senda  de unos 500 metros en no muy buen estado nos deposita en este mágico lugar donde se eleva el menhir de 4 metros de altura, solitario, misterioso. Data desde 5.000 hasta 4.000 AC. Leo que en la parte superior  tiene algunas marcas claras. Está en consonancia con el cercano Cromlech los Almendres aproximadamente hacia la salida del sol en el solsticio de invierno. La leyenda local dice que el menhir es la tumba de una princesa Mora encantada, que se puede ver su pelo peinado una vez al año en la víspera de San Juan.Y podemos disfrutar de él durante unos minutos en completa soledad rodeados de un agreste paisaje meditarráneo.

Ponemos ahora rumbo al dolmen  anta grande de Zambujeiro, pero no sabemos donde se encuentra, así que seguimos las indicaciones que nos llevan hasta la pequeña localidad de Valverde donde dejamos la autocaravana en una gran explotación ganadera (38º31’54.83”N; 8º00’46.56”O). La señal nos dirige por un camino ancho pero por donde ya no puede pasar la autocaravana.
Desconocemos que distancia tenemos que cubrir así que nos ponemos a andar a ver si podemos ver algo, pero cuando estamos casi a punto de volver nos cruzamos con un turismo al que preguntamos contestándonos que estamos cerca. Así que continuamos. La distancia total desde donde hemos dejado la autocaravana puede ser de mas o menos un km que se hace en un agradable paseo, por un camino ancho, casi llano y rodeado de una dehesa de encinas y alcornoques alfombrados de verde y florecillas que rompen la monotonía del color  aquí y allá. Algunos ejemplares de alcornoques son impresionantes.

Así que  disfrutando de la serenidad y belleza del bosque que nos rodea llegamos a este peculiar lugar.  Y merece la pena el paseo aunque su estado de conservación no sea muy bueno. Alguna losa superior se ha partido y la han sujetado con columnas de ladrillos . No se puede acceder a su interior aunque si se puede ver  desde arriba, rodeando el dolmen. Es un monumento precioso, y además, de nuevo, y a pesar de ser festivo, estamos completamente solos.

 Es uno de los monumentos megalíticos más grandes de la Península Ibérica (formaba parte de un túmulo de 50 m de diámetro). Fue construido entre principios del IV y mediados del III milenio a.C En su momento, solo era visible la cubierta pero en 1960, una empresa dedicada a la explotación de granito intentó extraer esa roca superior y fue cuando descubrieron la cámara.

 Está formado por piedras de 6 metros de alto que forman una inmensa cámara de más de 50 metros de diámetro.

Regresamos sin cruzarnos con nadie y ahora ya ponemos rumbo al mar, al Atlántico, a la playa de Troia en concreto. La carretera se abre paso, al igual que ayer, entre dehesas de encinas y alcornoques por donde pastan vacas de varias razas y ovejas. Un manto verde lo cubre todo. La primavera es siempre espléndida y generosa en belleza,  y sobre todo cuando el sol se cuela entre las nubes y lo ilumina el espectáculo es una belleza.

Pero tengo hambre y no encontramos ningún sitio para comer. Apenas hay poblaciones. Tan solo dos, en la primera compramos pan en un bar, y en la segunda en un aparcamiento junto a la carretera decidimos comer y descansar hasta  casi las 16,30 en que ya ponemos rumbo definitivo al mar.

Pero en nuestro camino aparece una señal hacia Carrasqueira y “palafitos”. Me viene a la memoria haber leído algo y visto fotografías de este peculiar lugar así que le digo a mi “santo”, que conduce ahora, que se dirija hacia allí. Tenemos tiempo y no llevamos un rumbo fijo.

Pero  una vez allí solo nos llama la atención unas pequeñas viviendas similares a las barracas, mas bajas y pequeñas y hechas todas de paja. Son los  pajares o palheiros, casas tradicionales de los pescadores del Sado, bonitas construcciones hechas de madera y cubiertas con cañas obtenidas de la misma marisma.

Y ninguna señal, nada que hable o índice el lugar que buscamos. Pero no me rindo fácilmente y pregunto por los palafitos. Nos contestan que todo recto. La carretera se acaba y se convierte en una pista de tierra y nosotros continuamos por ella hasta que llegamos a este lugar tan singular (38º24’45.86”N; 8º 45’ 24.65”O)

Se trata de unos muelles que los pescadores han ido construyendo encima del agua con estacas de madera  y que enterrados en el lodo de la marisma (sapal) sujetan unas pasarelas hechas con palets. Es una precaria y laberíntica red  de pasadizos de cientos de metros que conforma una curiosa dársena” única en Europa. Desde la pasarela principal, que se adentra en el estuario del río Sado, arrancan no menos de 25 pasillos más construidos de manera absolutamente artesanal y que hicieron para permitir a los pescadores, en su mayoría mujeres, subir a sus barcos incluso con bajamar. Es una auténtica maraña de pasarelas interrelacionas y que para nada siguen la línea recta, en los que se encajan las casetas donde los pescadores guardan los útiles

Resulta desconcertante caminar sobre ellas, a veces frágiles y de aspecto inestable, construidas y remendadas una y otra vez con clavos, sogas y maderas de todo tipo: troncos, tablones, palets, cajones... dándole un aspecto realmente caótico y singular.

Nosotros hemos llegado con la marea baja por lo que las embarcaciones están varadas sobre un viscoso y grisáceo fango que resta casi toda la belleza al conjunto. Este mismo paisaje cuando las aguas suben debe ser totalmente distinto y mucho más hermoso. Tendremos que volver para disfrutarlo aún más porque ahora sorprende más su singularidad que su belleza que  debe aumentar cuando el mar cubre estos fangos y el bosque de desnudos palos.

La carretera continua  recta entre pinares paralela al Atlántico y a la desembocadura del Sado. Dejamos atrás Comporta  con una area de autocaravanas que nos aparece en el navegador, pero continuamos nuestro camino.

Ahora parece que nos adentrarnos en otro mundo, sobre todo después de venir de un sitio tan sencillo y peculiar.  La forma de urbanizar esta zona ya nos llama la atención. Es ordenada, limpia y elegante.  Una carretera nos lleva al final de un aparcamiento que prohíbe estacionar  a las autocaravanas. Así que, damos la vuelta y nos vamos. Sinceramente, no nos encontramos muy a gusto, por el contrario,  nos sentimos ajenos, extraños. Si pudiera elegir, sin duda Carrapateira.
Así que deshacemos el camino y nos metemos por una ancha pista que cerca de Comporta nos dirige a su playa con la esperanza de encontrar algún grupo de autocaravanas, pero solo hay un estupendo  aparcamiento, una señal de prohibición de estacionamiento para autocaravanas entre las 00 y las 8,00 horas y ningún vehículo . Son casi las 19,00 hora española, y aunque me siento tentada a a seguir bajando a la búsqueda de algún lugar junto al mar donde pasar la noche, la hora nos aconseja ya el descanso.

Y aquí estamos, en una espléndida explanada verde en el centro de la población y acompañados de media docena de autocaravanas más. (38º22’41.55”N; 8º47’0912”O) Mañana pondremos rumbo al Sur, a donde lleguemos.

Lunes, 21 de marzo
A las 2 me han despertado los gemidos lastimeros de Tula. Pensé que podía pasarla algo pero lo que parecía querer era que subiéramos a la cama. Ella por sí misma no puede hacerlo y en casa alguna vez que otra sube haciéndose un ovillito en una esquina junto a Angel. Así que después de decirla que no, como una niña pequeña,  se ha quedado tranquila y yo he podido retomar mi sueño hasta las 6 de la mañana (como no) y luego para no romper la rutina, hasta las 7,45 horas.

Es un día primaveral que amanece con nubes blancas que luego se convierten en grises para dejar paso de nuevo a un cielo azul. Tiempo cambiante pero agradable. Tomamos agua y partimos. Hoy dedicaremos el día a las playas. Comenzamos por la de Comporta. (38º22’56.45”N: 8º48’03.60”O)

Encontramos al igual que ayer, un  espacioso y bien cuidado aparcamiento con sombrajos y una señal de prohibición de estacionamiento para autocaravanas de 00 a 8 horas.  

Estamos completamente solos y son las 9,30 hora española. Tras las dunas descubrimos una inmensa playa salvaje de doradas arenas. Nada a derecha hasta Troia que dista unos 25 kilómetros y nada tampoco a nuestra izquierda. Tan solo unos arreglados bares-restaurantes  que salpican a varios kilómetros de distancia esta interminable playa. Desde luego nada parecido a nuestra costa mediterránea.

Nos ponemos a andar por la playa, hundiendo nuestros pies en estas limpias y doradas arenas y vamos descubriendo restos de cochas que el mar ha devuelto. Angel se afana por buscar entre ellos los que le puedan servir para sus bricolajes,  y yo...pienso. Este invierno utilicé pequeñas piedras planas que pintaba y a las que pegaba un potente imán. Pero aquí solo hay conchas y se me ocurre buscar trozos en los que pueda pintar en su interior colocando un imán en su exterior aunque tengo mis dudas de que la pintura pueda fijarse. Me entretengo, me agacho, recojo aquí, luego allá…andamos cerca de una hora a una temperatura muy agradable mientras que el sol parece jugar al escondite con las nubes  

Decidimos regresar y buscar otra playa para seguir paseando. La de Pego, la más cercana, será una continuación de esta, así que pensamos en poner un poco más distancia. Nos decidimos por Melides. Encontramos un aparcamiento similar,  (38º07’41.42”N; 8º47’18.55”O) pero esta vez sin ninguna prohibición para aparcar. Pero la playa está lejos y no nos resulta un lugar atractivo, así que tras acercarnos  para descubrir  una hermosa playa separada por un brazo de doradas arena de un lago, retomamos nuestro camino hacia el Sur y llegamos a la playa de Santo André, donde estamos ahora 38º06’50.91”N; 8º47’45.43”O).
Es un amplio aparcamiento sin sombrajos donde no hay ninguna prohibición. Hay cuatro  autocaravanas. Las dunas ocultan la vista de la playa. Me acerco a uno de los restaurantes a preguntar si hay algún  problema para pernoctar y nos dicen que no pero cuando sugiero ponerme al otro lado, con vistas a un lago, me dicen que ahí no, así que disciplinadamente me quedo donde estoy, con las otras autocaravanas, a las que a lo largo de la tarde se van uniendo mas  hasta ser casi una docena.

El sitio no es perfecto porque  a mi me gusta estar viendo el mar desde dentro de la propia autocaravana. Soy así de sibarita, pero por ahora es lo mejor que hemos encontrado así que decidimos quedarnos a comer, descansar y por la tarde dar un paseo, pero cuando pensamos en salir rompe a llover así que nos vemos obligados a permanecer dentro.

Pero es primavera, así que después de 30 minutos la lluvia cesa dejándonos un viento frio. Nos abrigamos y salimos a descubrir esta enorme y solitaria playa que, al igual que la de Melides, tiene un lago separado del mar por un estrecho brazo de dorada arena. Los colores son espectaculares: tonos grisáceos contrastando con la arena dorada, negruzcos en algunos sitios por donde parece precipitarse la lluvia, blanquecinos, azules…Son un poco tristes, pero tienen una belleza muy muy especial.

Tula quiere regresar lo que hacemos después de recoger unas cuantas conchas. Nos damos una estupenda ducha, y aquí estamos ahora, esperando a que las nubes se disuelvan y me permitan disfrutar de la puesta de sol.

Y esto afortunadamente ocurre al final de la tarde. El horizonte estaba tan solo ocupado por algunas nubes, lo que me permitió disfrutar de una maravillosa puesta de sol sobre el Oceano Atlántico. Amarillos, dorados, anaranjados, rosados, rojizos….hasta que las sombras comenzaron a extenderse desde el horizonte  ennegreciendo el mar y cubriendo la playa de sombras.

Regreso, cenamos y a dormir. Mañana seguiremos rumbo al Sur. 

Martes, 22 de marzo

Noche muy tranquila y mañana espléndida. Como ninguna. Decidimos dar un buen paseo por la playa antes de partir rumbo al Sur hacia Porto Cobo, donde comenzó nuestra ruta la primera vez que anduvimos por el Alentejo.

Bañados por un magnífico sol y con una temperatura envidiable de unos 20ºC  salimos a pasear y a nuestro trío formado por dos bípedos y un cuadrúpedo peludo, se unío uno más,  Klaus, nombre que le di a un simpático y sociable perro alemán que andaba detrás de Tula y que  decidió venirse con nosotros. Rechonchete y de patitas muy cortas, Klaus era completamente distinto a Tula que es esbelta y de largas patas. Asi  que formando este curioso grupo mixto nos dirigimos a la playa a dar un buen paseo, no muy cómodo ya que estaba algo inclinada pero sí muy agradable. Y una vez más la vista se pierde a derecha e izquierda sin encontrar ninguna construcción. Solo  un inmenso arenal dorado con el azul intenso del mar…

 Klaus se revolcó por la playa y nos acompaño hasta que  en un momento determinado decidió regresar. Pensaría (si es que piensan) que estaba ya demasiado lejos, así que se dio media vuelta y al saltitos volvió solito. Luego ya no le vimos.

Partimos rumbo a Sines directamente al supermercado Intermarche donde hay un area de servicio para descargar water y cargar algo de agua y...a comprar  más cervezas.

Otro punto muy agradable y muy de agradecer a esta cadena de supermecados. (37° 57′ 55′′N; 8° 51′ 32′′O) donde aprovechamos además para comprar cerveza y disfrutamos de la contemplación de una reliquia de autocaravana, por supuesto, alemana.

Partimos de nuevo rumbo al Sur, a Porto Cobo con la idea de encontrar algún sitio junto al mar, en primera línea donde comer pero también poder quedarnos a pasar la noche.  Si no era así, seguiríamos rumbo Sur hasta Almograve donde hace años encontramos un lugar encantador.

En nuestro camino paramos en un lugar retirado de la carretera, plano y un auténtico balcón al mar, con una playita abajo pequeña, de arenas blancas muy tranquila, donde ahora practicaban el Surf (37º53’53.58”N; 8º47’51.36”O). No obstante continuamos hasta Porto Covo donde nos unimos a un grupo de autocaravanas germanas que igualmente estaban colocadas frente al mar aunque aquí había cierta distancia hasta él y no había playa, aunque sí caminos que por encima de pequeños acantilados iban haciendo un recorrido (37º51’20.00”N; 8º47’37.64”O).  Me gustó, además de tener el pueblo al lado y pensé que para pasear era una opción estupenda, pero a Angel le gusta pasear pisando la arena, por la misma playa, opción que aquí no era posible, así que decidimos dar marcha atrás y regresar al primer punto para no complicarnos más.

Después de pasear por la playa y de comer, me puse en contacto con mi hermana que había quedado al cuidado de mi padre. Parecía haber empeorado. Aunque insistió en  que no era necesario regresar rápidamente, decidimos hacerlo y cubrir los casi 700 km que nos separaban de casa en dos etapas. Además, se había levantado un viento del demonio que nos iba casi a obligar a permanecer dentro de la autocaravana. Así que, apoyada y animada por  Angel, quien en todo momento está siendo un soporte para mi en toda esta dura, durísima situación, decidimos marchar hasta Vilaviçosa de la que nos separaban 200 km. Allí podríamos llegar al caer la noche y así mañana solo tendríamos que recorrer  450 km hasta casa pudiendo estar a la hora de comer. Viajaríamos más relajados y no tan agobiados. Y aprovecho estas líneas para agradecer a mi compañero de camino, que ya es mi compañero de vida porque llevo unida a él casi 40 años, todo su apoyo y su cariño, no solo ahora, si no siempre, con sus más y sus menos, como en toda pareja, sobre todo tan longeva. Su cariño, su amistad, su comprensión y sobre todo, que me deja volar y “ser”.

Y aquí estamos, de nuevo a los pies de la muralla del castillo de Vilaviçosa en el mismo sitio donde estuvimos 4 días atrás. Llueve débilmente y cae la noche. Nos preparamos para ella, pero no consigo hacerlo para lo demás. Es imposible. Nadie puede hacerlo.

Miercoles 23 de marzo
En nuestro camino de regreso dimos con algunas de las canteras de mármol de la zona, uno de las principales fuentes económicas de la región, y paramos para verlas sin resistirnos a recoger algunos trozos que servirían de adorno pero principalmente, serían un bonito recuerdo. 

Sin nada que destacar, alrededor de las 14 horas dimos por terminada nuestra escapada a donde teníamos intención de regresar, pese a lo que en su día dijo el poeta, pero que sin quererlo, no conseguimos hacerlo.

Y consigo revisar este relato antes de su publicación a unos 40 días del fallecimiento de mi padre (http://angeles-mama.blogspot.com.es/). Y hay un “antes” y un “después”. Ya nada es igual, ni lo será. En nueve meses he perdido a los dos.